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Mostrando entradas de 2020

El amigo invisible

  El metro es ese lugar en el que nos escondemos de la superficie. Así es como me siento cada vez que bajo las escaleras que me alejan del frío o la lluvia, para notar el siempre cargado ambiente subterráneo. El jefe no quiso que trabajáramos en casa más de lo estrictamente necesario, y eso nos obligó a ir a la oficina gran parte de la pandemia. Y llegó la Navidad. A Puri se le ocurrió la idea de hacer el amigo invisible. Yo pensé que era una tontería monumental, pero Puri es la sobrina del jefe. Sentado en el banco del andén, esperando la llegada del metro y con el ridículo regalo en la mano, sentí que el ambiente era algo más cargado de lo habitual. Aflojé el nudo de mi corbata, miré a un lado y a otro, y volví a leer el mensaje que acababa de enviarme Puri. Una vez tuve una novia que me dejó por teléfono, cuando aún se debía tener algo de dignidad y valor para llamar a alguien y decirle que todo había terminado. Luego llegaron los mensajes de texto y las emociones se disfrazar...

Vacaciones de interior

  La España vacía la encuentras en cuanto sales de cualquier gran urbe. Kilómetros de soledad y carreteras que ya no sirven para llegar sino para encontrar. Desde donde estoy puedo observar a Genaro en el camino con sus ovejas; me parece un buen nombre para un pastor. Anima a Teresa, con la que se cruza, para que acelere el paso y llegue a tiempo a la escuela; ha de caminar varios kilómetros a diar io. Genaro también saluda a la hermana mayor de Teresa, María. Se llama así por la abuela materna y está sentada en su puerta pelando patatas. Tiene esa edad en la que lo que no ha aprendido en la escuela lo debe acabar de descubrir por sí misma. María espera a Genaro y su hijo –que seguro se llama como su padre–. Y los dos cruzarán sus miradas. Cuando el sol se esconda, y todos duerman, se verán en el establo. En noches de luna llena estudian sus rostros; cuando no, descubren sus bocas. Llegará el día de la deshonra con un vestido ceñido y un sermón sobre la decencia. Pero a Genaro hi...

Punto de partida

  Remuevo nerviosa el café, sentada en la mesa junto al gran ventanal. He traído, como me pediste, la caja donde guardábamos nuestros recuerdos. Miro impaciente la puerta de acceso, hasta que te veo entrar. Aparto rápidamente la mirada, aunque puedo apreciar cómo has cambiado. Pareces un anciano respetable. Vienes directo. Antes de tomar asiento te indico que cometes un error. Señalas decepcionado la caja. La ha olvidado una señora que parecía tener prisa, contesto. Me despido amablemente y te doy la espalda. Para cuando te des cuenta de que te llamé por tu nombre, yo ya estaré lejos.   Relato finalista en la VI Edición de Relatos con Banda Sonora, de la Cadena SER y la Escuela de Escritores.

El viaje de sus vidas

Vamos a tener que aplazar un año más nuestro viaje a Escocia en autocaravana, sentenció mamá mientras desayunábamos en la cocina. Removía su café con la mirada perdida. Era la tercera vez que le echaba azúcar, a pesar de que siempre se lo tomaba sin. Papá –que había llegado hacía poco de su turno de noche como celador en el hospital–, se había quitado toda la ropa y lavado antes de sentarse con nosotros. Desde hacía unos meses, a causa de la pandemia, nuestra vida olía a lejía. Me levanté bruscamente y de una patada estampé la silla contra la nevera. Los odiaba con todas mis fuerzas. Desde mi habitación los escuché discutir con el tono demasiado elevado, como era habitual últimamente. Pipo, nuestro perro, rascó con sus garras mi puerta y lo dejé pasar. Puse la música a todo volumen, nos acurrucamos en la cama y me quedé dormido. ¡ Prepara la maleta, nos vamos! Papá había abierto la puerta de mi habitación sin llamar, pero con una enorme sonrisa. Mamá tarareaba su canción pref...