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Mostrando entradas de marzo, 2021

Bollera

  Los viernes era el único día de la semana que tenía la tarde libre. Después de merendar y de hacer los deberes, me acercaba a ayudar a Yolanda en su panadería. Estaba justo enfrente de mi casa. Desde mi balcón podía verla. Me encantaba dar el cambio y llenar bolsas con medio quilo de harina, que cogía de un gran saco que tenía guardado en un pequeño cuarto. Yolanda no era muy joven. Tenía la edad de nuestras madres pero sin hijos. Ella siempre agradecía mis visitas y mi ayuda. Jamás me hizo sentir que entorpeciera sus quehaceres. Me encantaba el olor a pan recién hecho. Aún ahora ese olor me transporta a la infancia, al sosiego del fuego lento. Una tarde de viernes mi madre me dijo que no iba a ir más a ayudar a Yolanda. Me enfadé. No lo entendía. Le pregunté si es que ella le había dicho algo malo, ya que yo la consideraba mi amiga. En ese momento mi madre simplemente me dijo que me olvidara para siempre de Yolanda, que la gente hablaba. Cada vez que iba a comprar el pan me