¿Quién no hace balance de lo bueno y lo malo (siempre me gustó esa canción de Mecano) cuando llega el final de año? A mitad de 2018 me tomé más en serio eso de la constancia y el trabajo te llevará a tener buenos resultados, y es bien cierto. Mi tiempo libre brilla por su ausencia, pero la presentación de textos a algunos concursos hace que esta madre pulpo (por lo de tentáculos) saque un poquito de tiempo de aquí y de allá y practique, escriba, mejore y se ponga a prueba. Y leer, porque eso es básico.
El microrrelato que aquí os traigo me ha llevado a terrenos pantanosos, ha hurgado en ciertos sentimientos y ha removido otros tantos.
Esta Noche Te Cuento (ENTC) es otro templo, un lugar especial en el que pequeños textos se comparten con grandes compañeros. La última propuesta para inspirarnos era esta magnífica foto de Robert Doisneau.
El microrrelato que aquí os traigo me ha llevado a terrenos pantanosos, ha hurgado en ciertos sentimientos y ha removido otros tantos.
Esta Noche Te Cuento (ENTC) es otro templo, un lugar especial en el que pequeños textos se comparten con grandes compañeros. La última propuesta para inspirarnos era esta magnífica foto de Robert Doisneau.
Uf... un descapotable... hubo un primer texto que creo que no dejaba de ser quizás "simpático" pero se quedaba ahí. Una gran amiga me dijo, "eres la reina de los descapotables, puedes más". Y gracias a ella rebusqué en mi interior. Y no sólo el descapotable tomaba mayor presencia y fuerza en el texto, aunque parezca mentira, también las chinchetas. Por lo que incluir este relato en el blog me genera una alegría inmensa, así que éste es un relato que sí-sí me ha dado alegrías, al escribirlo y porque ha gustado.
Mi relato ha sido mencionado de entre todos los presentados, junto con otros que os aconsejo también leer. Pero aquí va el mío. Solo espero que el 2019 esté también lleno de todas esas hormigas sobre fondo blanco.
PARQUE AUTOMOVILÍSTICO
Siempre que me pongo nostálgica recreo en mi mente la misma escena. Tras de mí se cierra la puerta, aceleras y desapareces en tu Mercedes descapotable. Lo jodida que me dejaste. Antes habías tenido un BMW, grande, estaba claro que pertenecías a otro mundo, al que mi Seat Ibiza no podía llegar. El primer día que me llevaste en él era verano, me puse el vestido más mono del armario (era de mercadillo, pero eso no te lo dije) y un pañuelo a juego, a lo Grace. Tú, yo y el descapotable. Han pasado algunos años y yo sigo con mi Ibiza, aunque se le descolgó el techo y le puse chinchetas. Los niños me lo tienen destrozado. Cuando voy por la ciudad miro de reojo los BMW y Mercedes familiares, entiendo que seguirás fiel a tus preferencias. Hoy me pillas contenta, Marcos ha sacado un diez en el examen de matemáticas y Carlos se ha clasificado para las nacionales de atletismo, son buenos chicos. En eso se parecen a mí. El semáforo cambia a verde y arranco, atrás queda el Porsche rojo y tu cara de asombro. Sí, en todo lo demás son clavados a ti.
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